Batalla de Megido las tropas


En el Imperio Nuevo se incorporó la caballería, pero Tutmosis III aún no contaba con ella en esta campaña   pero si disponía de un arma que los egipcios copiaron de los invasores hicsos, el carro de combate . Tenía espacio para dos personas, el auriga o conductor del carro que era tirado por dos caballos, y a su lado otra persona que portaba el arco y las flechas . Alcanzaban gran velocidad y suponían una plataforma de tiro muy efectiva  que lanzada contra la infantería enemiga provocaba su dispersión y rompía las formaciones de combate abriendo el camino para la infantería. Estos carros de combate eran de uso exclusivo del faraón y la nobleza egipcia. Megido se hallaba a trescientos kilómetros de la frontera egipcia y de la fortaleza de Tjaru ,donde Tutmosis había reunido a sus hombres. Llegar hasta allí suponía atravesar los desiertos del Sinai y de Gaza así que era necesario llevar suficientes provisiones de agua y comida , más de catorce toneladas de grano y veinticinco mil toneladas de agua que eran cargados en carros de transporte y el agua en tinajas de barro selladas para evitar que se derramara por el camino. De lo que sucedería a continuación dejaría testimonio escrito el escriba Tjeneni , al que podríamos considerar como el primer corresponsal de guerra de la historia y que dejaría constancia de esta campaña en los muros del Templo de Karnak.

Nos cuenta Tjeneni  "Año 23(se refiere al año de reinado de Tutmosis III que recordemos que era faraón desde la muerte de su padre Tutmosis II aunque la que había gobernado era Hatshepsut, por lo que realmente este era su primer año de gobierno ) Primer mes de la tercera estación. Al quinto día partimos de aquel palacio con todas nuestras fuerzas para expulsar a nuestros odiados enemigos y para ampliar la frontera de Egipto" La marcha del ejército de Tutmosis se realiza por el conocido como Camino de Horus, que comunicaba Egipto con Asia, y les conduciría hasta Gaza . En apenas diez días el ejército recorre doscientos cincuenta kilómetros , más de veinticinco kilómetros al día, pero el cansancio y el calor van ralentizando la marcha del ejército que tardará tres semanas en llegar hasta Yehem , al noroeste del Mar Muerto, cerca de la costa mediterránea y la última parada antes de llegar a Megido. Los egipcios acampan allí y Tutmosis III se reune con sus oficiales para decidir el camino a seguir. El escriba Tjeneni toma nota de las palabras del faraón que dice a sus oficiales "Ese miserable enemigo, el príncipe de Kadesh, ha entrado en Megido. Ahora mismo está allí. Ha reunido a los jefes de todos los países que limitan con Egipto hasta Naharin, con sus caballos y sus tropas" El objetivo es tomar Megido pero para llegar hasta allí hay tres caminos desde Yehem, dos de ellos, el del norte y el del sur, permiten un acceso fácil a Megido pero son más largos , mientras que el tercero recorre el Paso de Aruna, mas corto y rápido que los otros pero mucho más peligroso, ya que tendrían que atravesar un paso estrecho donde el ejército egipcio estaría obligado a caminar casi en fila india y sería una fácil presa para una emboscada desde las alturas.

Contra la opinión de sus oficiales Tutmosis III elige el Paso de Aruna desechando las otras dos alternativas, ya que lo que pretende es llegar cuanto antes a Megido y tomar al enemigo por sorpresa. Los generales tratan de disuadir al faraón, creen que lleva al ejército a su perdición. Uno de ellos se dirige a Tutmosis con estas palabras "¿Por qué debemos avanzar por esta ruta tan estrecha  cuando sabemos que el enemigo está esperando para interceptarnos?¿No le tenderán una emboscada a nuestras avanzadillas mientras nuestra retaguardia sigue en Aruna?"  Las dudas que expresa el general son lógicas, aquel paso era un lugar propicio a las emboscadas y el ejército estaría perdido y con él el faraón y todo Egipto, la propia historia del mundo tal y como la conocemos podría cambiar si Tutmosis III es derrotado y su ejército aniquilado. Pero el joven faraón esta convencido de su decisión y replica "Juro , como que Ra me ama , y mi padre Amón me alaba, que avanzaré por el camino  de Aruna. Si alguno de vosotros quiere seguir los otros caminos hacedlo. Si hiciera otra cosa ¿Qué pensarían los hombres de Kadesh" El faraón se detiene un momento y  mira a sus generales que le observan en silencio "Su majestad nos tiene miedo. Eso es lo que dirían". En ese momento el general que más objeciones había puesto a las intenciones del faraón inclina su cabeza y responde "Un siervo sigue a su señor" El faraón concluye esta conversación que nos llega a través del tiempo gracias al escriba Tjeneni "Decídselo al ejército. "Vuestro valiente señor  guiará vuestros pasos por ese camino".

El escritor y egiptólogo Christian Jacq(1946) nos relata en su obra "El Egipto de los grandes faraones" la escena que se desarrolla a continuación , cuando el ejército egipcio abandona Yehem rumbo a Megido "Tutmosis va en cabeza de sus hombres, sobre su carro de combate de oro resplandeciente. Tras él, el ejército se mete por el estrecho paso , un soldado detrás de otro. En sus rostros se lee la angustia, pero nadie se vuelve atrás. Cuando llegan al otro lado del desfiladero, Tutmosis sabe que ha elegido bien" En efecto, el príncipe de Kadesh y su ejército había cubierto las rutas de más fácil acceso pensando que el faraón no se atrevería a cruzar el Paso de Aruna y había dejado esta última vía de acceso sin vigilancia . En pocas ocasiones como esta podríamos decir que la suerte acompaña a los audaces o, mejor dicho, a los temerarios, porque Tutmosis III lo apostó todo en aquel movimiento y si hubiera salido mal la suerte no sólo de su reinado sino de todo Egitpo habría estado echada, pero la fortuna le sonrió y ahora él tenía la ventaja pues mientras sus hombres llegaban a Megido, el príncipe de Kadesh tuvo que reunir a sus tropas a toda prisa y volver lo más rápido posible sobre sus pasos para llegar a tiempo de interponerse entre la ciudad y el faraón. Por fin las tropas del faraón acampan en las proximidades de Megido , casi al mismo tiempo que llegan también los hombres del príncipe de Kadesh. Pero vuelvo a las palabras de Christian Jacq

"Se alza el campamento hacia las siete de la tarde. Se ordena a los soldados que se preparen para la batalla que tendrá lugar al día siguiente por la mañana. Un duro enfrentamiento en perspectiva , porque las tropas aliadas reunían a más de trescientos príncipes de Siria y de Palestina. Sin embargo, el ataque tuvo lugar algunos días más tarde, sin que se precise la razón del retraso" Pero por fin los dos ejércitos  entran en combate, los egipcios con su joven faraón al frente, a bordo de su carro de combate de oro  que dirige la parte central del frente mientras que su ejército adopta una forma cóncava que se extiende por los laterales hacia el enemigo amenazando con rodearle. La estrategia del faraón y el empuje de los egipcios impulsados por su líder vence la resistencia de los hombres de Kadesh que rompen la formación y se retiran desordenadamente hacia Megido. Si los hombres de Tutmosis hubieran continuado el ataque la batalla habría acabado allí mismo con la toma de la ciudad, pero ,en lugar de eso, se detuvieron para saquear los cuerpos de los enemigos muertos perdiendo la ocasión de aprovechar el desorden de los hombres de Kadesh. El faraón enfureció al ver aquella escena, pero ya no se podía hacer nada, al margen de degradar a los generales que no habían sido capaces de controlar a sus hombres.

Ya no quedaba más remedio que rendir a Megido por medio de un asedio, un largo asedio que se prolongaría durante siete meses y que Tutmosis III no está dispuesto a abandonar hasta vencer la resistencia de sus habitantes, pues como él mismo decía  , tomar la ciudad "equivale a tomar mil ciudades" ya que en su interior se encuentran la mayoría de los príncipes de Siria y Palestina y lograr su rendición significaría aceptar el dominio de Egipto sobre ellos. Finalmente, después de siete meses de asedio , acosados por el hambre la ciudad no tuvo más remedio que entregarse y el príncipe de Kadesh se inclinó ante el faraón, reconociéndole como su señor. El escriba Tjeneni relataría el botín logrado en esta victoria que luego quedaría grabado hasta nuestros días en los muros del Templo de Karnak "340 prisioneros vivos y 83 manos. 2.041 yeguas, 191 potros, 6 sementales. Un carro trabajado en oro, su vara de oro, de este vil enemigo; un hermoso carro trabajado en oro del príncipe de Megido, 892 carros de su miserable ejército; en total, 924 carros. Una hermosa armadura de bronce perteneciente al príncipe de Megido, 200 armaduras de su vil ejército, 502 arcos, 7 varas de madera del enemigo, trabajadas en plata. Además 1.929 cabezas de ganado grandes, 2.000 de ganado pequeño, 20.500 ovejas" Los egipcios tenían costumbre de cortar una de las manos de los muertos enemigos como forma de contabilizar los muertos en combate. Sobre las bajas del faraón no quedó referencia documental.

En cuanto a la suerte de los príncipes, Tutmosis III les deja marchar no sin antes quedarse con sus hijos como rehenes. En el caso de que volvieran a rebelarse sus hijos lo pagarían con la vida, y si no sucedía nada serían educados de acuerdo a su rango y preparados para gobernar en sus territorios pero ya como aliados de Egipto. Durante los siguientes años de su reinado Tutmosis III realizará hasta un total de diecisiete campañas en las que alcanzará el río Eufrates llevando las fronteras de Egipto más lejos que ningún otro faraón .Christian Jacq nos lo cuenta "A finales del año 33 de su reinado , el faraón goza de gran prestigio en el Próximo Oriente. Aparece como un jefe guerrero excepcional , respaldado por un ejército de una eficacia sin igual. Asirios, babilonios, hititas le envían tributos para congraciarse con él " Egipto se convertía con Tutmosis III en la principal potencia de su tiempo y todo gracias a una maniobra en la que el faraón se lo jugó a cara o cruz. ¿Qué habría sucedido si Tutmosis III y su ejército hubieran sido aniquilados en el Paso de Aruna? Egipto habría quedado desprotegido, la coalición siria lo habría invadido y los siguientes mil quinientos años de historia de Egipto y del mundo ya no serían iguales.  Esta fue la crónica de la primera batalla de la historia, de la primera de la que tenemos pruebas documentales gracias al escriba Tjeneni cuya voz salva los tres mil quinientos años que nos separan de aquellos hechos y nos trae el sonido de las palabras del faraón, de las ruedas de los carros de combate y del entrechocar de lanzas y escudos. La primera de cientos y miles de batallas que la continuaron desde entonces, porque como decía el viejo Homero "Los hombres se cansan antes de dormir, de amar, de cantar y de bailar que de hacer la guerra" .


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