El principio antrópico Brandon Carter


Este principio fue propuesto por el astrofísico Brandon Carter en una célebre conferencia que dio ante la Unión AstrofísicaInternacional en 1974. Según ese principio, se viene a decir que estudiadas las leyes del universo, desde el primigenio gran estallido –el Big Bang de  Georges Lemaître- hasta aquel momento, 1974, se iba observando que para que el universo en general y nuestro planeta en particular, se había ido cumpliendo una serie de condiciones, unas  leyes y situaciones encerradas en estrechos márgenes, como si se hubieran proyectado y cumplido para que pudiera aparecer la vida, primero, y después los seres humanos, (νθρωπος = anthropos) tal como somos. En sentido negativo significaba que cualquier incumplimiento o pequeña desviación de alguna de esas condiciones y momentos, habría hecho imposible la aparición de los seres humanos. Cuando Stephen Hawking en su Historia del tiempo dijo: “vemos el universo de la forma que es porque si fuese diferente no estaríamos aquí para observarlo”, estaba corroborando ese principio, aunque Hawking siempre fue poco amigo de explicaciones finalistas y mucho menos que orientasen hacia un origen divino y en esta línea ha ido hasta posiciones  de ateísmo más radical.
Conforme han ido surgiendo mas conocimientos sobre el universo el  principio antrópico se ha ido afirmando y hoy día todos los astrofísicos lo admiten aunque con aceptaciones muy diferentes.
El enunciado débil del principio antrópico puede resumirse en decir que las cosas son en nuestro planeta como son, porque antes en el universo fueron como fueron. Y si hubieran sido de otra forma, no existiríamos. Barrow y Tipler en 1986 lo enunciaron así: “los valores observados de todas las cantidades cosmológicas y físicas del universo no son igualmente probables sino que aparecen restringidos por el requisito de que existan lugares donde pueda surgir vida basada en el carbono y por el requisito de que el universo posea bastante edad para que ello haya sido así.” Y además lo calificaron como “uno de los más importantes y bien fundados principios de la ciencia.”
Hay otros partidarios de este principio pero con un enunciado algo más fuerte. Ese largo recorrido con su larga serie de “casualidades” les lleva a muchos científicos a las puertas de creer en Dios. Así Fred Hoyle, cuando reflexionando sobre las resonancias nucleares que ocurrieron al sintetizarse los núcleos atómicos en el interior de las estrellas y sin lo cual la vida en la tierra habría sido muy, pero que muy improbable, dijo: “Una interpretación razonable de los hechos es que una inteligencia superior ha jugado con la física, con la química y con la biología, y que no existen fuerzas ciegas en la naturaleza”(… )El universo parece un trabajo de montaje. Una inteligencia superior debe estar guiando la vida”.
Así, por ejemplo, Carlo Rubbia, premio Nóbel de Física 1984. Cuando un periodista le preguntó por las relaciones ciencia-fe, respondió así: “Cuando observamos la naturaleza quedamos siempre impresionados por su belleza, su orden, su coherencia (…)Cuando un profesional como yo vuelve a estudiar el mismo fenómeno de forma más concreta, estos sentimientos se acentúan extraordinariamente. Hemos descubierto una muy precisa y ordenada imagen de nuestro mundo. Para mí está claro que esto no puede ser consecuencia de la casualidad. No puedo creer que todos estos fenómenos, que se unen como perfectos engranajes, puedan ser resultado de una fluctuación estadística o una combinación del azar. Hay, evidentemente, algo o alguien haciendo las cosas como son. Vemos los efectos de esa presencia, pero no la presencia misma. Es este el punto en el quela Ciencia se acerca más a lo que yo llamo Religión, sin que me esté refiriendo a ninguna religión concreta”.
Otros físicos eminentes: “cuando uno se da cuenta de que las leyes de la naturaleza tienen que estar coordinadas con máxima precisión para que den como resultado el universo visible, es difícil resistirse a la idea de que el universo no es casual, sino que tiene que haber un propósito en él”(Polkinghorne). “A través de mi labor científica he llegado a creer más y más fuertemente que el universo físico está ensamblado con una dosis de ingenio tan sorprendente que no puedo aceptarlo simplemente como un hecho brutal. Ha de haber, pienso, un nivel más profundo de explicación.”(Paul Davies).“Lo que en el mundo hay de eternamente incomprensible, es el hecho de que sea comprensible.”  (Albert Einstein).
Más explícito, partidario de una versión claramente fuerte, es el físico John. A Wheeeler  cuando escribe: “No es únicamente que el hombre esté adaptado al universo.El universo está adaptado al hombre. ¿Imaginan un universo en el cual una u otra de las constantes físicas fundamentales sin dimensiones se alterase en un pequeño porcentaje en uno u otro sentido? En tal universo el hombre nunca hubiera existido. Este es el punto central del principio antrópico. Según este principio en el centro de toda la maquinaria y diseño del mundo subyace un factor dador-de-vida”. Y desde luego el mismo Brandon Carter, estuvo a ese nivel cuando en su célebre conferencia señalaba una serie de “felices coincidencias” que desde entonces se han ido ampliando y cuando afirmó que “el universo debe tener aquellas propiedades que permitan el desarrollo de la vida en él, en algún periodo de su historia.”
Hay dos libros-clave, actuales, que apoyan el principio antrópicoRare Hearth de P.D.Ward y D. Brownlee (Edit. Springer N.York, 2000): “El universo es naturalmente hostil a la vida. Lo que ha pasado en la Tierra es verdaderamente excepcional.” y El planeta privilegiado de G. González y Jay W. Richards (Edit. Palabra, 2006) donde  se demuestra que nuestro planeta está hecho no sólo para vivir sino también para que podamos conocer cada vez mejor nuestro planeta y todo el universo
Ahora una sorpresa y un misterio para la soberbia de los científicos de hoy. Así explicó Nahmánides (1195-1270), teólogo judío, en la Edad Media, el comienzo del cosmos: En el mismo instante subsiguiente a la creación, toda la materia del universo estaba concentrada en un lugar muy pequeño, no mayor que un grano de mostaza. La materia, en ese momento, era tan poco densa, tan intangible, que carecía de sustancia real; pero tenía, sin embargo, el potencial para ganar sustancia, formarse y convertirse en material tangible. A partir de esa contracción inicial de sustancia intangible en un lugar minúsculo, la sustancia se expandió, y expandió el universo a un mismo tiempo. Con el progreso de la expansión, se produjo un cambio en la sustancia; de ser inicialmente incorpórea e intangible, pasó a adquirir los aspectos tangibles de la materia tal como la conocemos. A partir de este acto inicial de creación (...) se formó todo lo que existe y todo lo que existirá, todo lo que fue, es y será.
¿Sorprendente, no? También a mi me resulta incomprensible de dónde sacó esta hipótesis -¿o teoría?- este teólogo. Pero recuerden que el físico Jastrow ironiza sobre el trabajo del científico actual así:“Ha escalado las montañas de la ignorancia; está por conquistar el pico más alto. Mientras se arrastra por la última roca es saludado por una pandilla de teólogos que han estado sentados allí durante siglos.”

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