Cardenal Josyf Slipyj el héroe ucraniano


La situación de los católicos en Ucrania es compleja. Para comprender el cuadro en el que se desarrolló la vida ejemplar de Josyf Slipyj conviene tener presente el trasfondo geopolítico y religioso del área de Ucrania.

Trasfondo geopolítico

Ucrania Occidental (Galizia) hasta 1918 formaba parte del imperio de Austria y en su territorio habitaban polacos y ucranios. Al concluir la primera guerra mundial, Leópolis (Lviv), capital de Galizia, proclamó la independencia de la República de Ucrania Occidental, el 1 de noviembre de 1918. Entre 1918 y 1920 Ucrania Occidental fue ocupada por los ejércitos polaco y ruso; en 1923 Galizia pasó a formar parte de Polonia. En 1939 Ucrania Occidental fue anexionada por la República Socialista Soviética de Ucrania que formaba parte de la URSS desde 1922, conservando el derecho a tener un representante ante la ONU. Kiev, capital de Ucrania Oriental, con sus dos millones doscientos mil habitantes, es la tercera ciudad de la URSS después de Moscú y San Petersburgo; siempre ha sido el centro político y cultural más importante de Ucrania.


Trasfondo religioso

En el concilio de Florencia (1439) el célebre Obispo metropolita Isidro de Kiev firmó el Acta de Unión con Roma. En 1596 en la actual Brest-Litovsk, ciudad fronteriza entre Polonia y la URSS, se firmó una nueva Acta de Unión que sancionaba la unión con Roma de las diócesis de Ucrania y Bielorrusia. Conforme a las condiciones de este Acta, los católicos de Ucrania conservaban los ritos y costumbres de la Iglesia de Kiev, al tiempo que reconocían al Papa como cabeza suprema de la Iglesia. Los ortodoxos llamaron despectivamente a los greco-católicos, "uníatas".

Vida del Card. Slipyj

Josyf Slipyj nació el 17 de febrero de 1892 en Zazdrist, en la diócesis de Leópolis (Lviv), Ucrania Occidental. Josyf era miembro de una familia acomodada y muy cristiana. Heredó una educación inspirada en principios morales y religiosos; forjó un carácter firme y una notable claridad mental. El abuelo paterno se apellidaba Kobernyckyj Dyckkowskyj, y le apodaron "Slipyj" (ciego) porque los rusos lo habían dejado ciego por luchar con los cosacos contra el zar Pedro I.

Josyf Slipyj cursó sus primeros estudios en Ternopil y a los 19 años (1911) inició la filosofía en Leópolis como huésped del seminario de la diócesis. Su interés por servir a Dios con los estudios y la cultura le oscurecían la posibilidad de optar por el sacerdocio. Gracias al metropolita Andrea Szeptyckyj descubrió que la ciencia y la enseñanza se concilian perfectamente con el sacerdocio. Pronto pasó al colegio teológico Canisianum en Innsbruck (Austria) para completar los estudios superiores.

El metropolita Andrea había diseñado un gran programa para llevar adelante un nutrido grupo de católicos formados en la más alta cultura. El plan se estrelló con la abierta oposición del régimen zarista que ocupó Ucrania durante la primera guerra mundial y desencadenó una persecución contra la Iglesia católica. El metropolita Andrea fue encarcelado durante tres años en Suzdal. La libertad retornó en 1917 con la caída de los zares y la instauración de la república Rusa. Los ortodoxos de Ucrania rompieron con el Patriarcado de Moscú y obtuvieron el reconocimiento oficial como Iglesia ortodoxa autocéfala de Ucrania. Por su parte el Metropolita Andrea viajó a San Petersburgo para obtener el reconocimiento oficial del estatuto jurídico de la Iglesia católica rusa. Tras lograr su objetivo regresó a Leópolis y el 30 de septiembre de 1917 ordenó sacerdote a Josyf Slipyj en el monasterio de Univ.

El P. Slipyj coronó sus trabajos en Innsbruck con la tesis doctoral El concepto de vida eterna según el evangelista Juan. En 1920 publicó en Innsbruck su ensayo La doctrina trinitaria del patriarca bizantino Focio.

Slipyj logró una equilibrada síntesis entre la mentalidad oriental, la elocuencia de san Agustín y la habilidad dialéctica de santo Tomás. El metropolita Andrea quiso que Slipyj estuviera cerca de la Sede de Pedro y lo envió a proseguir los estudios en el Pontificio Instituto Oriental del Angelicum y en la Universidad Gregoriana.

El metropolita Andrea consideró maduros los tiempos y preparado el hombre para lanzar en gran escala la actividad cultural católica en Ucrania. Slipyj proyectó, fundó y dirigió la revista trimestral Bohoslovia (Teología). La publicación pronto se impuso como el instrumento fundamental del renacimiento de los estudios teológicos en Ucrania. Slypij fue profesor y rector del seminario (1925), primer rector de la nueva Academia Teológica fundada por el Metropolita (1929), y presidente de la Sociedad Científica Teológica.

Slipyj no defraudó las esperanzas de su Ordinario. De 1929 a 1944 la Academia Teológica aumentó sus alumnos hasta llegar a 400. La participación en los congresos teológicos en Velehard, Praga, Pinsk y Leópolis contribuyeron mucho para reforzar los vínculos de unión con Roma.

En septiembre de 1939 estalló la segunda guerra mundial. Hitler y Stalin se repartieron Polonia; Leópolis quedó en la órbita soviética dentro de la gran República de Ucrania. La persecución que azotaba los territorios soviéticos se extendió a las naciones que se anexaba el terror rojo, en un primer momento con cierta tolerancia para ganar la simpatía de los "nuevos súbditos".

El metropolita Andrea, atacado de parálisis a causa de los años de prisión, pidió permiso a Pío XII para consagrar obispo a Josyf Slipyj y otorgarle el derecho de sucesión. La ordenación episcopal tuvo lugar en la fiesta de la Inmaculada, 22 de diciembre de 1939 (conforme al calendario juliano). Así mismo Mons. Andrea se valió de la coyuntura de tolerancia, y con el deseo de garantizar la unidad con Roma, previendo una próxima persecución, nombró cuatro exarcas (el exarcado oriental casi equivale a la diócesis latina): el exarca de la Grande Rusia, el exarca de la Grande Ucrania, el exarca de Bielorrusia y el exarca de Volinia, Polisia y Podlasia. El 18 y 19 de diciembre de 1940 el Metropolita celebró en Leópolis un sínodo con los nuevos exarcas. El 22 de noviembre de 1941 Pío XII ratificó la fisonomía de la Iglesia católica en el territorio soviético y reconoció al metropolita Andrea la jurisdicción sobre toda la Unión Soviética, incluida Siberia.

De 1941 a 1944 Hitler ocupó Ucrania y mantuvo la tolerancia religiosa para no tener problemas con el pueblo de Ucrania. Durante este período resurgió espontáneamente la autocéfala Iglesia ortodoxa de Ucrania que había existido oficialmente de 1917 a 1929.

En junio de 1944 las columnas soviéticas irrumpieron en Ucrania y acusaron de colaboracionismo a cuantas personas pudieran obstaculizar las maniobras comunistas. Los primeros en caer en las cárceles fueron los católicos por su vinculación a Roma. Suerte similar corrieron los cristianos de la Iglesia autocéfala ortodoxa de Ucrania que se negaron a aceptar la unión con el Patriarcado de Moscú.

El 1 de noviembre de 1944 murió el anciano metropolita Andrea Szeptyckyj. Mons. Slipyj temía una represión y en los primeros días de abril de 1945 nombró secretamente cuatro administradores de su sede metropolitana.

En efecto, el nuevo metropolita, Josyf Slipyj, como jefe de la Iglesia católica de Ucrania, fue el centro de los ataques de las autoridades soviéticas que, con el patriarcado ortodoxo de Moscú, habían decidido eliminar el catolicismo de todos los territorios de la URSS. Para preparar la ruptura con Roma y proclamar la "unificación" con la Iglesia ortodoxa rusa, se convocó el pseudo Sínodo de Leópolis. En seguida se procedió al arresto y deportación de los obispos, clero y religiosos que no aceptaron las conclusiones de la asamblea de Leópolis. Los templos, bibliotecas, escuelas y demás bienes católicos pasaron a manos de los ortodoxos.

El metropolita Slipyj, a los 53 años de edad, fue detenido la noche del 11 de abril de 1945. El Via Crucis había iniciado: 18 años de torturas físicas y morales, de interrogatorios y deportaciones, de hambre, sed y humillaciones. 18 años meticulosamente documentados; el afán de probar la culpabilidad de Slipyj nos ha proporcionado un amplio dossier de su crimen: fidelidad inquebrantable al Papa. Sin salir del Archipiélago Gulag, Slipyj sufrió cuatro condenas. El íter de su "pasión y crucifixión" lo podemos recorrer en sus memorias y en la extensa correspondencia que sus compañeros de lager cruzaron con él después de su liberación en 1963. Existen testimonios escritos por ucranios, polacos, bielorrusos, alemanes, checos, austríacos, rumanos, húngaros, lituanos, italianos; unos hebreos, otros ortodoxos o católicos. Todos coinciden en haber visto derrotada la barbarie comunista ante la indomable integridad de Mons. Josyf Slipyj.

La noche del 12 de abril de 1945, Slipyj fue llevado en tren a Kiev. Los interrogatorios dieron inicio de noche y la sentencia final fue condena a ocho años de trabajos forzados en el lager Gulag. En septiembre de 1946 estaba en el lager del círculo polar en Maryjinsk. En 1947 pasó al campo de concentración de Kirov, al noreste de Moscú. Ese mismo año avanzó progresivamente hacia el círculo polar del Artico; estuvo en los lager siberianos de Pjecjora, Kosiu, Inta y Boimy; las temperaturas bajan a -45 y -50 ºC.

De 1947 a 1953 pasó varias veces por la prisión de Potma, a 500 kilómetros de Moscú, corazón de la red ferroviaria que comunica con los varios lager; se trata de una red que no aparece en los mapas.

Conforme Mons. Slipyj se enteraba de los arrestos y defunciones de los obispos y administradores apostólicos, efectuaba nuevos nombramientos. Al poco tiempo de llegar a un campo de concentración la gente se enteraba y acudía a él para confesarse y trasmitirle noticias.

El 5 de marzo de 1953 murió Stalin y en los lager de Rusia y Siberia sopló un viento de esperanza. Antes de concluir su primera condena Mons. Slipyj fue llevado ante los funcionarios de la Administración General del Gulag que sentenciaron una segunda condena a tiempo indefinido en Siberia. En junio de ese mismo año el gobierno soviético se interesó en tratar con la Santa Sede y el general Zukov se entrevistó con Mons. Slipyj. Zukov estaba dispuesto a restablecer el status quo eclesial que reinaba en 1944; pero la liquidación de Beria, jefe de la policía secreta, destruyó toda posibilidad y Mons. Slipyj regresó al octavo lager de Mordovia.

En 1954 fue deportado a Maklakovo, en Siberia, donde redactó sus cartas pastorales de Navidad de 1954 y Cuaresma de 1955 que le valieron la tercera condena. En 1957 se encontraba en Kiev para afrontar la fase instructoria del proceso. A las cartas pastorales se sumó de improviso otro documento interceptado por la KGB: una carta autógrafa de Pío XII. Era una de las últimas misivas del Papa Pacelli; estaba fechada el 25 de diciembre de 1957 y felicitaba a Mons. Slipyj por el 40º aniversario de su ordenación sacerdotal. A los trece años de vida pasados en cárcel se añadieron otros siete. Después de un año de interrogatorios, en el verano de 1958, el Metropolita Slipyj fue deportado al extremo oriental de Siberia, a la península de Kamchatka, en las costas del océano Pacífico. El viaje en tren procedió como de costumbre entre los horrores del hambre, la disentería y los piojos; en esta ocasión la tortura duró cerca de tres meses.

Consta que en septiembre de 1958 llegó hasta el gulag de Novosybirsk. Durante 1958 y 1959 recorrió Sverdlosk, Vorkuta, Vychorevka, Novocunka y Ozerlag. En la primavera de 1959 estuvo en el lager estratégico de Tajscet, Siberia central.

A finales de 1960 fue conducido de nuevo a Kiev para presionarlo a pronunciarse contra Juan XXIII e invitar a los ucranios a reconocer la patria soviética. Se le ofreció el fin de la persecución de los cristianos y el nombramiento de Patriarca de Moscú y de todas las Rusias si reconocía la ilegalidad del Acta de Unión con Roma, firmada en Brest el año 1596. El 17 de febrero de 1961, cuando el prisionero cumplió 69 años de edad y 12 años de lager, redactó dos cartas de protesta contra las autoridades soviéticas de Ucrania. Una dirigida al primer secretario del Partido Comunista de Ucrania y otra al ministro del Interior. Con espíritu indómito contrastó la existencia milenaria de la Iglesia católica sobre el territorio de Ucrania con la presencia comunista que no alcanzaba el medio siglo. Profesó abiertamente su fe y devoción hacia el Romano Pontífice y estigmatizó a sus jueces cuestionando ¿por qué siendo ateos combaten contra el catolicismo y defienden a la Iglesia ortodoxa? ¡No está bien que un ateo sea el apologista del Patriarcado de Moscú!

En octubre de 1961, Mons. Slipyj ya estaba de nuevo en Mordovia. Padecía una infección pulmonar y debía salir de la barraca con temperaturas de 40 grados bajo cero. Providencialmente el sacerdote lituano Svarynskas obtuvo penicilina en cantidades suficientes y salvó la vida de Mons. Slipyj. En 1962 el P. Svarynskas fue condenado a cárcel especial, de la que salió en 1988. El Metropolita padeció la cuarta condena por haber empleado la medicina.

De 1959 a 1963, Mons. Slipyj vivió en las cárceles de máxima seguridad en Mordovia (Rusia central); por su crueldad, una de las prisiones era llamada saco de piedra. El objetivo de los continuos cambios era doble: romper toda seguridad en la víctima que siempre tenía algo que perder y evitar que los prisioneros se comunicaran y se unieran. Slipyj, como tantos otros creyentes, no tenía nada que perder. De forma misteriosa, la Providencia permitió que los verdugos llevaran a Slipyj en visita pastoral por el inmenso territorio de la URSS dándole la oportunidad de confortar con su ejemplo al pueblo de Dios. El Metropolita redactó cartas pastorales y, de mano en mano, una a una, se copiaron y aparecieron en las ciudades y los lager. En el archipiélago gulag llegó a funcionar una cadena de fe y de solidaridad cristiana que las autoridades comunistas no lograron destruir. De una forma o de otra llegaba a los sacerdotes un poco de pan y algunas uvas pasas, lo indispensable para pronunciar la más alta oración.

Desde el inicio de su pontificado, el Papa Juan XXIII se interesó vivamente por el metropolita Slipyj. El Papa promovió una intensa actividad diplomática y hacia el final de su pontificado, providencialmente, Kruschev y Kennedy convinieron en el caso Slipyj. Con fecha del 26 de enero de 1963 el Soviet Supremo de la URSS decidió conceder la libertad a Mons. Slipyj con el documento n.187629 del Ministerio del Interior. Una parte significativa del proceso diplomático de liberación fue publicado en 1984 por G. Choma.

En cuanto Mons. Slipyj se enteró que la libertad implicaba el exilio llamó al sacerdote redentorista Wasyl Welyckowskyj y secretamente lo consagró obispo el 4 de febrero de 1963.

Mons. Slipyj llegó a Roma el 9 de febrero de 1963 y sus primeras palabras fueron el tradicional saludo ucranio: Salva Isusu Chrystu (sea alabado Jesucristo). Al día siguiente Juan XXIII recibió al Metropolita; cuando el Papa trató de abrazarlo, Mons. Slipyj se arrodilló para besar los pies del Santo Padre y ratificó su promesa de fidelidad inquebrantable a la Sede de Pedro.

A partir del 28 de febrero, cada domingo visitó alguna comunidad ucraniana presente en Roma. El 22 de junio de 1963, Pablo VI, al salir del cónclave, fue a visitar a Mons. Slipyj que estaba muy enfermo.

El 11 de octubre de ese mismo año, el metropolita Slipyj habló por primera vez en el concilio Vaticano II. Alabó a la Trinidad, a la Santísima Virgen y a todos los santos por la milagrosa posibilidad de participar en el sagrado y glorioso concilio. Seis días más tarde Mons. Slipyj presentó al Papa a los dirigentes del Movimiento Católico Ucranio y a los participantes de las Instituciones Científicas Ucranias. Al final de ese mes visitó el colegio Canisianum en Innsbruck (Austria). El 25 de noviembre celebró, como jefe de la jerarquía de Ucrania, una solemne función en San Pedro presidida por Pablo VI. En diciembre de 1964, se trasladó a Bombay (India) para participar en el Congreso Eucarístico Internacional.

En 1964, el metropolita Slipyj adquirió una casa en Albano para fundar un convento de monjes studitas ucranios (el primer monasterio o Studion nació en el Bósforo, hace mil quinientos años). Mons. Slipyj recuperó y restauró la iglesia de los santos Sergio y Baco; el templo fue durante 300 años centro religioso y cultural de gran importancia para Kiev. El 23 de diciembre de 1964, Pablo VI reconoció al Arzobispo Slipyj, metropolita de Kiev-Halyc, el grado jerárquico de Arzobispo Mayor. Conforme al Derecho canónico el Arzobispo Mayor corresponde al Patriarca. En el orbe católico, Mons. Slipyj ha sido el primero en asumir la alta dignidad que le permite proveer las sedes episcopales vacantes sin tener que recurrir a la Santa Sede y convocar Sínodos.

En el consistorio del 22 de febrero de 1965 fue creado cardenal y recibió la noticia que Juan XXIII lo había tenido como cardenal in pectore desde el 28 de marzo de 1960. Pablo VI resumió los méritos del Card. Slipyj en la frase ubi concordia, ibi victoria.

Al permanecer cerradas las puertas de Ucrania, el Card. Slipyj preparó el renacimiento de la cultura católica y fundó en Roma, el 8 de diciembre de 1963, la Universidad Católica de Ucrania, ubicada en Via Boccea. El objetivo era contar con una universidad para transferirla a Leópolis o a Kiev cuando los tiempos fueran propicios. En el nuevo ateneo se volvieron a reunir los profesores y personas del mundo de la cultura que habían trabajado al lado del metropolita Slipyj antes de la segunda guerra mundial. Reeditó la revista teológica Bohoslovia. Parte de la Universidad es la actual iglesia de Santa Sofía que Pablo VI consagró en 1969. Desde 1985, Santa Sofía es título cardenalicio y pro-catedral de Ucrania.

En 1968, una vez que el Card. Slipyj estableció y consolidó su base de operaciones en la Universidad de Ucrania, dedicó cuatro meses a su primera visita pastoral. En Canadá atendió a las comunidades ucranias de Toronto, Winnipeg, Edmonton, Saskatoon, Othawa y Montreal. En los Estados Unidos fue a Philadelphia, Chicago, Nueva York, Washington, Stanford. Recibió el doctorado honoris causa por la Universidad de Ottawa, por la Universidad de Loyola de Chicago y por la Universidad Católica Americana de Washington. Tras participar en el Congreso Eucarístico en Bogotá, recorrió Caracas y Lima. En Brasil visitó San Pablo, Río de Janeiro, Curitiba, Prudentópolis y Ponta Grossa. El gobierno de Argentina recibió al Cardenal como huésped de honor y emitió un sello postal conmemorativo. Cruzó el Pacífico para asistir a los greco-católicos de Melbourne, Sydney, Adelaide, Pert y Brisbaine en Australia y Auckland en Nueva Zelanda.

Al año siguiente (1969), el Arzobispo Mayor estuvo con los ucranios de Alemania. En 1970 visitó a las comunidades en España; en julio y agosto de ese año recorrió Francia y en septiembre fue a Austria. Con ocasión del Congreso Eucarístico de Melbourne (1973) volvió a Australia, Canadá y los Estados Unidos.

El 8 de diciembre de 1974, el metropolita anunció con satisfacción que en los primeros doce años de la Universidad de Ucrania se habían publicado 150 obras de gran valor científico; la biblioteca había alcanzado los 50 mil volúmenes y contaba con dos museos. La Universidad ha llevado adelante la publicación de dos colecciones: Monumenta Ucrainae Historiae y Opera Omnia del Card. Slipyj (quince volúmenes). La Universidad cuenta con extensiones en Buenos Aires, Washington, Chicago, Montreal y Londres, y bajo el lema Veritas et amor scientiae unit dispersos promueve la unidad de la familia ucrania esparcida por el mundo.

La intensa actividad en favor de las comunidades de la diáspora no le distrajeron de su principal preocupación: los fieles y los sacerdotes que vivían en Ucrania. Durante la cuarta sesión del Vaticano II, al tocarse el tema de la libertad religiosa, presentó el caso de la persecución en Ucrania y observó que por bien del mismo estado, las autoridades civiles deben respetar la fe de los pueblos. En los Sínodos de 1967, 1971 y 1974 habló de las injusticias que se cometen contra la Iglesia católica en Ucrania que la obligan a bajar a las catacumbas.

En 1976, a los 84 años, realizó su último viaje pastoral a América septentrional y Alemania. Ese mismo año ante el Papa, luego en 1977 ante el Tribunal Sakarov y en 1980 en el congreso de Kirche in Not, mencionó los nombres de los sacerdotes y de numerosos fieles prisioneros a causa de la fe; refirió el número de parroquias (3.040) y de iglesias católicas (4.595) que existían antes del pseudo Sínodo de Leópolis.

El Card. Slipyj empleó sus facultades de Arzobispo Mayor y convocó y presidió en Roma el sínodo de obispos de Ucrania (1980). Con estos trabajos logró dar una forma canónica estable a la jerarquía de la Iglesia católica de Ucrania.

Para estar más cerca de sus principales obras, el Card. Slipyj residía en la sede de la Universidad Católica de Ucrania. Ahí expiró el viernes 7 de septiembre de 1984 a la edad de 92 años. Juan Pablo II, antes de partir hacia Canadá, se dirigió a la iglesia de Santa Sofía para rendir homenaje al confesor de la fe y mártir de los gulag soviéticos.

El 1 de diciembre de 1989, el presidente soviético, Gorbachov, comunicó a Juan Pablo II que la Iglesia católica de Ucrania obtendría el reconocimiento oficial. El 25 de junio de 1990, el Papa se reunió con los obispos católicos de rito ucranio para agradecer al Señor el gran milagro: Misericoridae Domini, quia non sumus consupti (Lm 3,22).

La gesta del Card. Slipyj es solamente una página del inmenso martirologio de la Iglesia católica. La grandeza humana de Josyf Slipyj se revela en que, habiendo llegado hasta las puertas de la muerte por no saber odiar, volvió sin haber aprendido a odiar: portae inferi non praevalebunt. Su identidad sacerdotal puede medirse por la magnitud del amor y del dolor que le identificaron con Jesucristo hasta poderse decir de Slipyj como de Cristo: Ecce Homo.

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