Tsunamis en Europa: Peligro latente en España





Los científicos de la Universidad de Ginebra revelaron que las orillas del lago suizo Ginebra, donde viven al menos un millón de personas, están expuestas a tsunamis destructivos, comparables al que se produjo en la zona en el siglo VI.
Tales tsunamis suelen ser provocados por desprendimientos de rocas, terremotos o grandes tormentas y la ciudad de Ginebra es vulnerable a estos por su relativa baja elevación y por su localización en el extremo más estrecho del lago.
Los investigadores suizos reconstruyeron con ayuda de un ordenador un desastre similar al que causó en el siglo VI numerosas muertes y destrucción. Entonces, la catástrofe comenzó con un desprendimiento de rocas de montaña, que provocó una avalancha de lodo enorme, seguida por un desplazamiento de agua y un tsunami de olas de 13 metros de altura.
Unos 70 minutos después, una ola de ocho metros de altura rompió contra las ciudades de Ginebra y Lausana y otros pueblos, algunos de los cuales fueron quedaron destruidos. Los científicos creen que el riesgo de que una catástrofe similar ocurra de nuevo en Ginebra está subestimado y se debe tomar más en serio.
Quizá la mayoría no lo sepa, pero la península ibérica está considerada por los expertos como una zona de alto riesgo de tsunamis. Nuestras ciudades, en efecto, ya han sufrido en numerosas ocasiones el impacto destructivo de estas grandes olas, especialmente en el golfo de Cádiz y en las costas mediterráneas. Olas que, además, han provocado ya miles de muertes en nuestro país. A pesar de ello, no existe en España protocolo alguno de emergencia o de alerta contra tsunamis, ni planes que puedan mitigar sus efectos o preparar de alguna forma a la población en las zonas de mayor riesgo.
Durante la ùltima Reunión Internacional de la UNESCO sobre tsunamis, a la que asistieron 80 representantes de más de 40 países en el Instituto de Hidráulica Ambiental de la Universidad de Cantabria, en Santander, se presentaron geólogos, físicos, sismólogos, especialistas en comunicaciones y gestores de protección civil y sentaron las bases para la creación de sistemas de alerta (similares a los que ya existen en el Pacífico), también en el Océano Índico, Atlántico Noreste y Mediterráneo y Mar Caribe. Fue la primera vez que esta reunión anual de expertos de la UNESCO se celebraba en España.
Durante la misma, se presentó un amplio informe del Instituto de Hidráulica de la Universidad de Cantabria en el que, entre otras cosas, se aseguraba que si el terremoto de Cádiz de 1755 (que fue de intensidad 9 y provocó un tsunami que mató a 15.000 personas) se produjera en la actualidad, la cifra de muertos sería similar a la del tristemente famoso tsunami de Indonesia en 2004.
Como se recordará, aquél tsunami costó la vida a casi 300.000 personas y dejó a otro millón y medio sin hogar. Mauricio González, investigador de la Universidad de Cantabria y coordinador de uno de los grupos de trabajo, subraya el “alto riesgo que corre España en caso de que se produjese un evento de estas características, al no contar con un Sistema de Alerta ni ningún protocolo de actuación en marcha”.
Fue necesario que se produjera la catástrofe de 2004 en el Índico para que el mundo se diera cuenta, de repente, de que no estaba preparado para afrontar esta clase de desastres. De hecho, sólo el Océano Pacífico disponía entonces de un sistema de alerta de tsunamis. A partir de ese momento, la UNESCO se puso en marcha y estableció una serie de grupos intergubernamentales de trabajo para crear sistemas análogos en otros mares del mundo, entre ellos el Mediterráneo.
Las costas europeas han sufrido ya el impacto de grandes tsunamis en numerosas ocasiones. Históricamente, las zonas más afectadas son la cuenca atlántica sur-occidental (especialmente el Golfo de Cádiz), y la costa mediterránea. Varias investigaciones al respecto han aparecido ya en diversas publicaciones científicas especializadas, como Natural Hazard o Earth System Sciences.
Como los científicos saben muy bien, los tsunamis están íntimamente relacionados con los movimientos sísmicos. Y aunque no todos los terremotos generan grandes olas, algunos de ellos, cuando se cumplen determinadas condiciones, sí que pueden hacerlo. Las zonas sísmicas “tsunamigénicas” (donde se generan tsunamis) que pueden afectar la costa española están justo en la frontera entre las placas tectónicas Africana y Euroasiática. Es en esa estrecha franja donde se concentran todos los terremotos que han provocado tsunamis en España.
Según el catálogo europeo de tsunamis, entre los años 300 A.C. y 1900 se han generado 18 tsunamis sólo en el área del golfo de Cádiz. Entre ellos, dos fueron especialmente catastróficos: el de 1531 y el ya citado de 1755, que causó más de 15.000 muertos. El estudio de antiguos sedimentos ha permitido identificar, además, las huellas de un gran número de tsunamis en esa región, que los expertos consideran “de alto riesgo”.
En cuanto al Mediterráneo occidental (Málaga, Granada, Almería, Murcia y Baleares), las principales fuentes de generación de tsunamis se encuentran en el norte de Argelia y, más lejos, en el mar Egeo. Si ocurriera un tsunami frente a Argelia, en menos de 30 minutos gran parte de la Costa del Sol se vería afectada por las olas. Y aunque los tsunamis mediterráneos no son tan desastrosos como los generados en la cuenca Atlántica, sí que son perfectamente capaces de inundar zonas bajas del litoral. Estudios recientes muestran que Almería, Murcia y numerosas localidades de Baleares, se inundarían con un tsunami de apenas 3m.
La mayor parte de los países expuestos a tsunamis en la cuenca del mediterránea ya están tomando medidas de prevención y empiezan a establecer sistemas de alerta local. Francia, por ejemplo, ha aprobado recientemente un presupuesto de 12,6 millones de euros para establecer su propio sistema de alerta. No así España, donde no existe iniciativa alguna, ni por parte del gobierno central, ni por parte de los gobiernos regionales. Es más, en nuestro país ni siquiera hay un marco legal que establezca encargo a ninguna institución que tenga como mandato la competencia de la vigilancia del peligro de tsunamis, ni la instalación y mantenimiento de un Sistema de Alerta de Tsunamis.
Por eso, si se produjera otro tsunami peligroso, España solo podría enterarse de su llegada gracias al sistema francés o al sistema regional Atlántico Noreste y Mediterráneo establecido por la Unesco (NEAMTWS). Sin embargo, no se conocerían las zonas de impacto, ni la magnitud del tsunami en cada zona concreta, ni los tiempos exactos de llegada, ni la población afectada sabría cómo actuar. Es decir, que la alerta sería inútil porque no sabríamos qué hacer con ella.
Los sistemas regionales o globales de alerta se limitarán a enviar avisos a los varios sistemas nacionales cuando se produzca un evento que pueda afectar a sus costas. Pero a partir de ese momento la responsabilidad corresponde a cada país.


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